Las vidas que la violencia desvanece

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Hace 20 días fue hallada muerta Marilyn Sucely Florián Molina. Una joven estudiante de enfermería de 17 años. Seis días antes había desaparecido. Su caso representa la tragedia vivida por muchas familias guatemaltecas y el miedo de que una hija o hijo que está sin localizarse tenga el mismo destino.

El sueño de Marilyn era convertirse en enfermera. Su mirada y su sonrisa, en las fotografías que circularon por su desaparición, reflejan la emoción que sentía al portar el uniforme. Sin embargo, su sueño ya no se cumplirá. Tampoco su padre, Roberto Florián, podrá verla graduarse. 

Marilyn era alumna del programa Mujer yo soy vida de la Asociación de Estudios y Proyectos de Esfuerzo Popular (Eprodep). Una ironía ante su tragedia, en un país en donde 271 menores de edad han perdido la vida en los siete meses que van del año, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), analizados por el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).

Una salida sin retorno

La mañana del 26 de julio pasado, Marilyn salió de su práctica de enfermería en el Hospital de la Policía Nacional Civil, ubicado en la zona 1 capitalina. Ingresaba a las 13:00 h tarde y salía al día siguiente a las 07:00 h. Era la segunda semana de esa rutina. Su padre le pagaba a alguien para que la llevara y la fuera a recoger al lugar, recorría una distancia de unos 20 kilómetros.

Ese martes la joven le escribió un mensaje para avisarle que ya estaba en la casa, ubicada en una colonia de Ciudad Quetzal, San Juan Sacatepéquez. Roberto recuerda que la llamó alrededor de las 15:00 h para pedirle que le entregara un fólder a su otro hijo, que él había olvidado. Ella le explicó que no estaba en casa, sino con los amigos de la colonia. Le dijo que iría a buscar el fólder. 

Cuando el padre regresó a su hogar, se dio cuenta que Marilyn no había llegado por el fólder, ni había regresado. Fue a buscarla con los muchachos de la cuadra, con quienes usualmente salía a platicar, pero le indicaron que no se había encontrado con ellos. Tampoco respondió su celular. En sus redes sociales aparece que la última conexión que tuvo fue a las 15:35 de la tarde de ese 26 de julio.  Ante esto, decidió pedir ayuda a las autoridades. 

“La meta que se había propuesto era sacar la enfermería y luego seguir el estudio en la universidad”. Pero ese sueño de la joven fue truncado. Su cuerpo fue localizado en estado de descomposición, a un costado del campo de fútbol de la colonia Linda Vista, Ciudad Quetzal, San Juan Sacatepéquez, cerca de donde ella residía.

“El día que apareció mi hija, también llegó una señora que tenía a su hija con alerta Alba-Keneth y fue a ver si no era ella, pero no”, aunque sí Marilyn. Roberto se dio cuenta de que como él, otros padres vivían una situación similar.

Tres días después de la ubicación del cuerpo, tras un proceso multidisciplinario se identificó a la joven y se determinó que murió por heridas de arma blanca, la segunda causa de muerte violenta más común en el país. El Inacif aplicó el protocolo de femicidio para establecer si fue víctima de abuso sexual. Los hallazgos son parte de la investigación que realiza el Ministerio Público (MP).

Un investigador de la Policía Nacional Civil (PNC) confirmó que el Departamento de Delitos contra la Vida, donde hay una sección de Femicidio, trabaja en la investigación, así como la Fiscalía de Femicidio.

Las estadísticas de las desapariciones

Hasta mediados de julio pasado se han registrado 20 casos de menores con alerta Alba-Keneth localizados sin vida. En esa estadística no figura Marilyn, porque su muerte violenta ocurrió dos semanas después.

De 2018 al 20 de julio de este año, 169 niños y adolescentes que tenían una alerta fueron hallados muertos, según la Unidad Operativa del Sistema de Alerta Alba-Keneth de la Procuraduría de la Niñez y Adolescencia, de la Procuraduría General de la Nación (PGN). El 78 por ciento del dato corresponde a adolescentes entre 13 y 18 años de edad, 89 son hombres y 44 mujeres. El año con más fallecidos fue 2019 con 58 casos, le sigue 2021 con 38 casos. 

La Unidad Operativa reporta, al 22 de julio pasado, la activación de alerta en 4 mil 46 niños y adolescentes desaparecidos. De estos, 2 mil 780 han sido localizados y 1,266 están aún sin aparecer. Aparte, se registran 3 mil 501 casos de localizaciones que corresponden a meses y años anteriores. Solo durante 2020, primer año de la pandemia, hubo una reducción de casos. 

Los cinco departamentos con más alertas son Guatemala, Escuintla, Quetzaltenango, Petén y San Marcos. 

Otto Rivera, director de la Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez (Ciprodeni), considera que existe un importante subregistro de datos. Al analizar las alertas en el sistema antes de la pandemia, en promedio nacional se activaban hasta 15 veces al día, y en la actualidad son 17. 

Siete de 10 casos se tratan de adolescentes mujeres y niñas, en ese orden, dice. Tres son niños y adolescentes hombres. Recalca que las desapariciones afectan más a las niñas y aún más a las adolescentes.

Una adolescente de 15 años, que tenía activada una alerta, fue rescatada en octubre de 2020. Era explotada sexualmente.

Casos que evidencian los riesgos

La niñez y adolescencia desaparecida se enfrenta a muchos peligros, el extremo es la muerte como en el caso de Marilyn. También pueden ser víctimas de trata de personas o reclutamiento en pandillas.

Esto se evidencia en un operativo de hace casi dos años. Una adolescente de 15 años, que tenía activada una alerta, fue rescatada en octubre de 2020. Era víctima de trata de personas en la modalidad de explotación sexual. Se encontraba junto a otras mujeres en un inmueble ubicado en Esquipulas, Chiquimula. La joven había sido reportada como desaparecida en julio de 2019 cuando tenía 14. 

Un caso que impactó a la sociedad en junio de 2022, es el de tres adolescentes encontradas con el cuerpo descuartizado de una muchacha de 15 años, que t enía una alerta. El macabro hallazgo ocurrió en una casa abandonada del asentamiento Esquipulas, colonia El Limón, zona 18. Según las autoridades, las adolescentes supuestamente eran parte de la mara 18. La fallecida fue identificada como Shirly Cristina Martínez González. Fue localizada a cinco casas de donde ocurrió su homicidio.

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Este hecho empezó a generar opiniones en redes sociales en contra de las adolescentes, incluso que se le debería aplicar la pena de muerte, una ley que no está vigente en el país. “Pero las y los adolescentes no son el problema del crimen organizado, no son la estructura del crimen organizado, las y los adolescentes constituyen el último eslabón”, indica Rivera. 

¿Por qué desaparecen?

Las causas más frecuentes de desapariciones a nivel nacional son la rebeldía, conflictos familiares, orden judicial, abandono de residencias de protección y sustracción de hospitales por padres o encargados, según la Unidad Operativa de dicha alerta.

Un investigador policial explicó que lastimosamente hay algunos adolescentes fallecidos que tuvieron cierta relación con una estructura criminal como mara o pandilla. Aclara que no son todos los casos. Cita a las tres adolescentes que mataron a otra, en donde la investigación las vincula con el cobro de extorsiones. “Nada justifica esa violencia”.  En las muertes de menores de 12 años, no ocurre eso. 

Además, muchos menores de edad no solo han tenido una alerta, en algunos casos tienen por costumbre desaparecer dos o tres días. Ante esto hay padres que esperan antes de avisar a las autoridades, y algunos cuando aparecen no desactivan las alertas. 

Para Rivera, no se puede reducir exclusivamente a malos entendidos de adolescentes con madres y padres de familia. “Si nos limitamos a nada más a rebeldía, mala conducta, enojos, estaríamos siendo muy simplistas en el análisis”. Los jóvenes que se escapan de sus hogares pueden reflejar que son víctimas de abusos o maltratos. Además hay que vincularlo con el delito de trata de personas, en concreto con la modalidad de explotación sexual. Esto lo sustenta el caso de la joven localizada en Esquipulas.  

En diferentes ocasiones se ha buscado evidenciar la necesidad de implementar políticas que atiendan a esta población vulnerable, ya que las pandillas y maras presionan a las chicas para convertirlas en parejas de jefes o miembros de estas estructuras y a los chicos para ingresar. ¿Qué pasa si se resisten?, ¿qué pasa si se niegan? Rivera responde que los amenazan con matarlos a ellos o a sus familiares. 

Pero esta población está desprotegida. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística para 2018, siete de cada 10 niñas, niños y adolescentes pertenecía a una familia pobre. Además la pandemia sacó a muchos de la escuela. “No hay oferta educativa, cultural, deportiva, recreativa, no hay oferta de presente y futuro para la adolescencia del país”, critica. 

¡Justicia para Marilyn! ¡Justicia para todas! 

Marilyn era parte de un proyecto de prevención de violencia contra la mujer, de una de las organizaciones miembros de Ciprodeni: Asociación Eprodep.

Ante las múltiples vulneraciones que se suman contra los derechos de niñas, adolescentes y mujeres de Ciudad Quetzal, la Eprodep expresó su profunda preocupación e indignación por el incremento de desapariciones y asesinatos a los que están expuestas, sin que el Estado garantice la protección de sus vidas.

“Exigimos a las autoridades que se lleven a cabo las investigaciones necesarias para aclarar la desaparición y posterior femicidio cometido contra Marilyn Sucely Florián Molina, adolescente de 17 años y estudiante de nuestro programa “Mujer yo soy vida”, quien fue víctima de la misoginia, el odio y desprecio por la vida, producto de una sociedad inmersa en la violencia machista, además de la indiferencia y el abandono de parte de las autoridades”, indicó la asociación en un comunicado.

También hizo un llamado a la sociedad, a las comunidades de Ciudad Quetzal, a sus líderes y representantes a alzar la voz en rechazo a la violencia cometidas contra las mujeres y exigir la investigación en busca de los responsables de estos crímenes y a que se exprese con acciones concretas un compromiso firme para prevenir y evitar más sucesos. 

La justicia que espera 

Luego de localizar a Marilyn, las autoridades quedaron en llegar a su casa a tomar nota, pero no aparecieron, dice su padre. Solo el MP se comunicó para saber si ya la había reconocido. “Era para darle finalización a la alerta”, y le indicaron que le volverían a llamar.

Roberto tiene a su cargo otros dos hijos varones de 16 y siete años, a quienes cuida solo, después del fallecimiento de su esposa hace un año. En su horario de almuerzo, comenta por teléfono, quiere seguir el proceso de investigación de su hija. Está a la espera de alguna respuesta del MP. No es optimista, ya que le indicaron que son muchas las alertas que se activan a diario.  

Ahora solo le queda recordar el deseo y la felicidad de Marilyn por ser enfermera. Ella estaba emocionada con sus prácticas. Él se alegraba mucho, porque veía reflejado su esfuerzo de padre. Le quedó solo la satisfacción de que estuvo a un paso de graduarse. 

Como padre que ha perdido a su hija de forma violenta, le pide a las autoridades que cumplan el papel que les corresponde, es decir, darle seguridad a la ciudadanía. “Que se ponga un poco la mano en la conciencia, también tienen hijos y podrían ser un papá, como yo, al que me ha tocado soportar el dolor de la ausencia de mi hija a causa de la violencia que se vive en el país”, lamenta. Espera que su muerte no quede impune. 

Información de El Periodico

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