Con profundo pesar y consternación, pobladores de Jocotán y municipios vecinos amanecieron este viernes con la trágica noticia del hallazgo del cuerpo sin vida de Diego Rafael Chich Vásquez, un niño de apenas 4 años que había sido reportado como desaparecido la tarde del jueves 5 de junio, luego de ser arrastrado por la crecida súbita de la quebrada Karkaj.
El pequeño Diego, originario del barrio El Cementerio, Camotán, se encontraba junto a otros dos menores en las inmediaciones de la quebrada cuando, de manera repentina, una fuerte corriente provocada por las intensas lluvias los sorprendió y arrastró. Los otros menores, entre ellos una adolescente en estado de gestación, lograron ponerse a salvo metros adelante.
Tras una noche de angustia, esperanza y oración, fueron vecinos, familiares y autoridades quienes dieron el primer paso hacia el cierre de esta dolorosa búsqueda. Vecinos de la aldea Santa Bárbara, en Chiquimula, localizaron la mañana de este viernes el cuerpo del niño en la junta de los ríos Jupilingo y San José. El pequeño había sido llevado por la corriente más de 16 kilómetros desde el lugar del incidente, atrapado entre sedimentos, ramas y leña que el río Jupilingo arrastró hasta el punto donde finalmente fue encontrado.
El hallazgo se dio justo cuando la Brigada de Rescate Nor-Oriente de Bomberos Voluntarios se disponía a reanudar las labores de búsqueda en la zona de la quebrada. Fue entonces que recibieron la llamada de los vecinos de Santa Bárbara con la desgarradora confirmación.

El río Jupilingo, se abastece de varios afluentes proveniente de diversos municipios como Jocotán, Esquipulas, Camotán, San Juan Ermita, Olopa, e incluso zonas de Honduras, mismos que en temporada de lluvias provocan grandes crecientes, según lo investigado por Medios Exclusivos. El caudal crece súbitamente, sin previo aviso, transformando en corrientes letales.
El caso de Diego no solo enluta a una familia, sino que también resuena como una urgente advertencia sobre los riesgos que enfrentan los niños y comunidades enteras en áreas vulnerables durante la temporada lluviosa.
En medio del dolor, la población ha respondido con solidaridad, apoyo y una profunda reflexión sobre la necesidad de reforzar los sistemas de alerta temprana, educación en prevención y cuidado infantil frente a desastres naturales.
Hoy, Camotán llora a Diego. Un niño cuya corta vida fue arrebatada por la fuerza de la naturaleza, pero cuyo recuerdo quedará como una llamada a proteger con mayor fuerza a los más vulnerables.
